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Karate: El Arte de la Mano Vacía
Contributor(s): Agusti, Adolfo Perez (Author)
ISBN: 1493622404     ISBN-13: 9781493622405
Publisher: Createspace Independent Publishing Platform
OUR PRICE:   $11.40  
Product Type: Paperback
Language: Spanish
Published: October 2013
Qty:
Additional Information
BISAC Categories:
- Sports & Recreation | Martial Arts & Self-defense
Physical Information: 0.23" H x 5.98" W x 9.02" (0.35 lbs) 110 pages
 
Descriptions, Reviews, Etc.
Publisher Description:
Arte marcial por excelencia y parte integrante de la tradici n guerrera del Jap n, a la cual hab a conferido incluso parte de la nobleza, el K rate conoci su prueba de fuego en la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, en esta confrontaci n este arte de lucha sali disminuido y fortalecido a la vez.La mayor a de los Karatecas que tuvieron que incorporarse al ej rcito salieron con vida y todos conservaron su patriotismo y orgullo. El Jap n de antes de la guerra era la potencia militar y econ mica m s importante de Asia, y al finalizar sta siguieron conservando su primac a. La sociedad japonesa segu a conservando tambi n el mismo fondo sobre los valores morales, aunque stos eran normas y costumbres medievales. Sin embargo, durante la guerra, los americanos se sorprendieron al tener como enemigos unos soldados modernizados y eficaces. La tradici n no estaba re ida con la eficacia en la guerra.La formidable m quina de guerra japonesa se demostr altamente eficaz contra los americanos, as como qued tambi n bien patente el coraje y la valent a de los japoneses. Tanto es as , que fueron numerosos los japoneses que aceptaron combatir con las manos desnudas.Entrenados con un vigor que no ten a igual, presionados quiz por la propaganda que recib an d a y noche, estaban convencidos que ser an los ganadores de esa guerra. Adem s, los soldados contaban con su gran maestr a en el k rate, bastante m s eficaz que la lucha americana, centrada casi exclusivamente en un boxeo ingl s rudimentario.Sin embargo, su audacia no fue suficiente contra el poder o militar norteamericano, como tampoco lo fue su tendencia al sacrificio. Los "kamikaces" fueron un invento nip n y estaban convencidos de que as servir an al destino de su pueblo. Adem s, su sacrificio les facilitar a una reencarnaci n gloriosa y m s pronta. Pero su pasi n por la gloria les llev a olvidar elementales reglas de prudencia, como es el hecho de que no se puede volar en medio de un espacio cubierto por las bater as antia reas. Esto cost la vida a miles de soldados japoneses.Una vez consumada la rendici n, numerosos karatecas se preguntaron sobre la verdadera eficacia de las artes marciales. Nunca hasta ese momento nadie se hab a cuestionado la validez del k rate como arte de guerra. Esta modalidad de lucha formaba parte del patrimonio cultural del pa s y esto ya era suficiente para considerarlo til y eficaz. Sin embargo, al finalizar la guerra la mayor a de los universitarios que lo practicaban lo abandonaron bruscamente. Llegaron a la conclusi n de que las cualidades f sicas de un individuo solamente tienen una importancia secundaria y, por tanto, el saber artes marciales no era imprescindible. Esta postura generalizada provoc un estancamiento de las artes marciales japonesas, aunque afortunadamente no fue seguida por la totalidad de los maestros de entonces, los cuales siguieron ense ando y practicando el K rate dentro y fuera del Jap n.Lo que s qued demostrado es que no se deber a utilizar tan temerariamente como se hizo durante la guerra. Cuando hay delante un individuo armado con arma de fuego, las t cnicas del K rate no sirven para detener una bala. Es eficaz para la autodefensa y el cuerpo a cuerpo, pero obviamente no lo es contra un fusil ametrallador que dispara diez balas por segundo. El K rate se comenz entonces a valorar en su justa medida y pas a utilizarse en aquellos casos en los que era necesario un buen uso de las armas naturales de nuestro cuerpo, aplicadas por supuesto con buena t ctica y t cnica. Los comandos americanos que luchaban en la selva y en los suburbios de las ciudades, tuvieron pronto conocimiento de la eficacia de las artes de lucha japonesas.Una vez finalizada la guerra, estos mismos grupos de comandos asistieron a las demostraciones de los maestros japoneses. Muchos de esos espectadores ser an despu s los que se encargar an de divulgar por el mundo las virtudes del